viernes, 8 de abril de 2011

9 MANERAS DE ENSEÑAR A UN NIÑO A ODIAR LA LECTURA




Hace unos días encontré un artículo de Gianni Rodari, conocido autor de cuentos infantiles, que bajo este insólito título: “9 Maneras de enseñar a los niños a odiar la lectura”, atrajo mi atención, de ahí, que tras su lectura me lanzara al arriesgado ejercicio de comentaros algunas de las opiniones que presenta su escrito.

Este autor nos muestra como, sin darnos cuenta y a veces, con la mejor intención, ponemos en práctica estrategias, acciones o ejemplos a nuestros niños que lo único que hacen es desencadenar en ellos, no un gusto por la lectura sino, el deseo de perder de vista todo lo relacionado con los libros.

Quién no ha dicho alguna vez: ¡Apaga le tele y ponte a leer!...
Dice Rodari, que aunque no estemos muy de acuerdo, para los niños, la tele, los cómics, las consolas, los juegos de ordenador… resultan divertidos, agradables e incluso útiles y añade…
“Psicológicamente, además, no me parece que negar una diversión, una ocupación placentera (o sentida como tal, que es lo mismo) sea el modo ideal de hacer que amen otra: será más bien la manera de lanzar sobre esta otra una sombra de fastidio y de castigo”.

Me parece de lo más lógica su afirmación: sustituir una diversión, un juego o un entretenimiento, por otra cosa que el niño no entiende como un divertimento inmediato, ni siquiera como una satisfacción personal a corto plazo, es un grave error. A mi entender, deberíamos de buscar el tiempo para compaginar ambas cosas, pero no tratar se sustituir la una por la otra.

Rodari también nos recuerda que a veces solemos decir a nuestros niños y jóvenes lo mucho que leen los demás, lo que leíamos nosotros, o lo que hace años se leía.
“La memoria es una aduladora y embrollona de primera línea, paro es difícil darse cuenta de ello”.

Y yo añadiría: siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas, pero en este caso se pueden convertir, incluso, en un arma contra nosotros y sobre todo contra el fin que queremos conseguir: que nuestro muchachito lea; además, pensemos por un momento… Cuándo leíamos más... Cuándo en la mayoría de nuestras casas, los libros, si es que estaban, eran un mero objeto de decoración, cuándo nuestras bibliotecas públicas eran escasas y dotadas de pocos medios o cuándo ni siquiera se había oído hablar de planes de fomento de la lectura...

Rodari endurece sus palabras y arremete contra los que afirman que los niños no leen porque no quieren…
“Echar la culpa a los niños si no aman la lectura, además de fácil, es comodísimo, porque sirve para tapar la culpas propias”

Comparto totalmente esta afirmación, quizás deberíamos empezar por nosotros mismos: Cuántos de nosotros ni siquiera leemos un periódico…cuántos preferimos utilizar nuestro tiempo libre tumbados en el sofá frente al televisor… y luego… ¿nos asombramos de las actitudes de nuestros hijos?

Tras esta reprimenda, Rodari, con ese humor que suele caracterizar sus escritos nos da esa fórmula terrible que nunca deberíamos de poner en practica, pero que sin embargo, seamos realistas, más de una vez hemos utilizado con la seguridad de que estábamos haciendo lo correcto, nunca más lejos de la realidad… y si no, analicemos sus palabras:

”Se toma un niño, se coge un libro, se pone a ambos a la mesa y se prohíbe que el trío (niño, libro, mesa) se divida antes de terminada una hora. Para mayor garantía de que la operación tendrá éxito, se le anuncia al niño que al término del tiempo prescrito deberá hacer un resumen oral de las partes leídas.
Ordenar leer, sin duda alguna, es el sistema más eficaz si lo que se persigue es que los niños aprendan a odiar los libros. (…)
Una técnica se puede aprender a pescozones: igual se aprende la técnica de la lectura. Pero el amor a la lectura no es una técnica, es algo mucho más interior vinculado a la vida y, a pescozones (reales o metafóricos) no se aprende.”

Y terminaré con una breve reflexión y unos inevitables consejos… podremos estar o no totalmente de acuerdo con las recomendaciones de Rodari o de tantos otros que saben más que nosotros sobre el tema de la animación a la lectura, pero lo que si puedo deciros, por experiencia personal, es que cuanto antes empecemos a relacionar a nuestros niños con los libros, antes los verán como algo cotidiano en sus vidas.

Leerles cuentos cuando son pequeñines es algo que puede llenar de satisfacción a ambas partes, no es necesario leer todos los días, solo cuando el momento nos invite a hacerlo…
Visitar con ellos la biblioteca, interesarnos por sus gustos, aconsejarles lecturas, escuchar como nos hablan y nos relatan a su manera el cuento que están viendo, nos invitará a nosotros a leérselo y así crecerá en ellos el interés de leer por sí mismos con esa ansia de independencia que muestran todos los niños…

Según vaya pasando el tiempo no os olvidéis de seguir compartiendo con ellos el mágico momento de hablar de un libro, si los niños crecen en talla también crece su espíritu y por ello sus lecturas deberían ir creciendo con ellos y ellos crecerán más gracias a esas lecturas.

No es necesario acabar de leer un libro, como si fuera una obligación… si algo no nos gusta lo dejamos a un lado… sobre todo si hay más donde escoger, y ahora mismo hay tanto donde elegir.

miércoles, 6 de abril de 2011

INÉS Y LA ALEGRÍA


Este es el libro que estoy leyendo en la actualidad.
Almudena Grandes me ha sorprendido esta vez con una hermosa prosa, con un tema que nunca me deja indiferente y con unos personajes que viven y conviven con personajes históricos y en pasajes de la historia, de esa historia que a veces no es muy conocida.

De momento hemos empezado la lectura poco a poco, pero parece que en el club va a ser todo un éxito.